Aquí, las mañanas comienzan con el aroma del espresso que se desprende de las tranquilas piazzas, las tardes transcurren en terrazas soleadas y las noches se alargan con el resplandor de atardeceres volcánicos. Desde los acantilados de piedra caliza blanca hasta los senderos volcánicos negros, cada rincón invita a un ritmo distinto, a un matiz diferente del verano.