'Las Margaritas'


Una casa de verano familiar durante cuatro generaciones, Las Margaritas lleva el nombre de mi bisabuela, nacida en el mismo pueblo donde aún se encuentra la casa.

'Las Margaritas'

'Las Margaritas'


'Las Margaritas'

Una casa de verano familiar durante cuatro generaciones, Las Margaritas lleva el nombre de mi bisabuela, nacida en el mismo pueblo donde aún se encuentra la casa.


Tuvo cinco hijos: Víctor, Margarita, José Luis, Fernando y Marichu. Víctor, mi abuelo, soñaba con pasar seis meses allí y seis en Barcelona. Más tarde, mi padre y sus diez hermanos se turnaban en la casa, y con ellos, todos mis primos y yo. Se convirtió en el lugar de encuentro de la familia de mi padre.

 

Mi abuelo llevó redes de pesca de nailon desde Barcelona al pueblo — pronto, todos los pescadores locales le pedían las suyas. Mi abuela, junto con Maribí, nos enseñó a limpiar los calamares que habíamos pescado al amanecer con los Campante, pescadores de toda la vida y amigos de mis padres. Hijos de un hombre apodado Campante — porque, cuando le preguntaban cómo estaba, siempre respondía: “¡Tan campante y con Alegría!”, Alegría siendo el nombre de su esposa.

 

Hasta el día de hoy, mi padre todavía sale a pescar bonito con Luis Campante, y mi madre lo embota siguiendo las recetas de mis tías. Las tardes son para encontrarse con un primo en El Marinero y empezar la ruta de pintxos por las calles de Ardigales y La Mar. Cada verano hay un nuevo pintxo que probar, un descubrimiento transmitido por mi tío el Fósil o mi tía Pizca, que viven allí todo el año.

 

Fue durante aquellos últimos días de despedida de un lugar tan cargado de memoria familiar cuando comencé mis rituales de Rowse.

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