Cuando Constance Spry, ya cumplidos los 40 años, dejó su trabajo como directora de escuela para abrir su primera tienda en Londres, Flower Decoration, estaba a punto de cambiar para siempre la forma de entender el arte floral. Salvajes y elegantes, vibrantes y sutiles, esculturales y exuberantes, sus composiciones rápidamente se convirtieron en toda una sensación. En 1929, sus arreglos y escaparates para la casa de fragancias Atkinsons literalmente detuvieron el tráfico en la calle Old Bond de Londres. Clásico y moderno a la vez, su trabajo es hoy tan relevante como lo fue hace casi un siglo.Desafió la encorsetada tradición victoriana, reemplazando los arreglos rígidos de la época por diseños más ligeros y relajados que mostraban con libertad la belleza de la naturaleza en estado puro. Inspirada en la estética de los antiguos maestros holandeses, revolucionó la floristería incorporando materiales inusuales y entonces desechados como frutas, verduras, ramas, flores silvestres y vainas de semillas. Combinó rosas rojas aterciopeladas con hojas de col rizada, orquídeas exóticas con enredaderas verdes. Desafiando los límites, Spry contribuyó como nadie hasta el momento a apreciar el diseño floral como un arte.