Mikel, mi pareja, tenía campos de olivos en Teruel. Le acompañé un año a recoger las olivas y quedé enamorada. Le dije: “tenemos que tener esto en nuestras vidas”, y comenzó la búsqueda. Empezamos por Teruel, pero en un viaje desde Barcelona cruzamos la zona del Baix Ebre y nos encantó, así que centramos allí la búsqueda. Vimos muchas fincas, nos enamoramos de varias, casi compramos una, vino la pandemia, nos asustamos y después del susto vino la calma y la certeza de que esto era lo que realmente queríamos. Retomamos la aventura y a la media hora de ver este terreno, ya lo tuvimos claro. Así que si, fue amor a primera vista.

Somos buenos amigos y nos fascina su trabajo a un nivel muy esencial. Su forma de pensar la arquitectura, de conceptualizar, de trabajar los espacios, tiene algo extremadamente genuino y honesto, y eso resonaba mucho con nuestro universo, así que fue todo muy fluido. Sabíamos que iban a ser capaces de dar forma al volumen como si fuera una extensión de Hodei Studio y de nosotros mismos. Quisimos darles mucha libertad creativa. Teníamos confianza plena en ellos.

Cuando compramos el terreno, la casa era una ruina. Pasábamos horas inventando opciones y distribuciones posibles, hasta que en una cena con Julia y Albert, de TEST, nos dibujaron cuatro líneas y no hizo falta nada más. Amplificaban cada metro cuadrado como si fuera magia, dando forma a algo que queríamos y nunca hubiéramos encontrado solos. El primer año no teníamos dinero para hacer nada, así que, con ayuda de amigos, comenzamos el derribo. Cuando tuvimos algo ahorrado y nos dieron la licencia, comenzaron las obras. Nada fue del todo fácil porque nunca lo es con poco presupuesto y en estos contextos aislados, pero fuimos poco a poco materializando el proyecto.

Decidimos extraer el color de la tierra que estaba alrededor de la casa. Tras hacer muchas mezclas encontramos el color que queríamos, buscamos un proveedor en el sur de España que trabaja con pigmentos naturales, escogimos el pigmento más parecido al nuestro y ahí comenzaron las pruebas y juegos con la tierra, fue un proceso muy divertido, bonito y agotador, porque conseguir hacer una mezcla que funcionara y que siempre quedará del mismo color fue difícil. Y pintar con ella, aún más. Pero valió 100% la pena, lo volveríamos a hacer una y otra vez. Una de las cosas que teníamos muy claras desde el principio, tanto TEST como nosotros, era que queríamos una estructura muy integrada en el paisaje, queríamos que se mimetizara. Es un entorno privilegiado, una especie de Edén. Está domesticado porque es un campo productivo, pero no queríamos sentir que dejábamos una huella negativa, queríamos aportar, y el camuflaje era un concepto que nos invitaba a configurar el volumen como algo casi escultórico.

Para mí, las ideas de simplicidad y pureza están en constante movimiento, procuro no acotarlas mucho a una definición estática, ya que considero que hoy pueden significar tener menos cosas y estar más presente, pero en otros momentos de mi vida han sido viajar más y hacer escalada, o pueden convertirse en crear mucho y disfrutar de mi familia. Lo que quizá siempre estará ahí, en esos conceptos, es la idea de serme fiel a mí misma.

Casa Lurra es la belleza de su entorno, la sencillez de la casa, el color desigual de las paredes, el silencio, la brisa, la dureza del campo, que mi hija crezca descalza, el sembrar y podar con Mikel, hablando del viento y del olor del romero, eso y mil cosas más me llevan de vuelta a mi casa, a mi infancia y para mí, hogar es eso, por muy diferente que sea de la Venezuela en la que crecí.

La verdad es que no tengo un lugar favorito de la casa, cada cosa me gusta por lo que es y por lo que me brinda. Todas las estancias han sido pensadas para que sirvan de la forma más pura a su función, y como todas son para usos diferentes, ¡todas me gustan!

Crecí en Venezuela, donde el clima y la geografía son muy diferentes. Casi todo es nuevo para mi, soy como una niña descubriendo olores, sabores, tierras, fríos y calores, los aromas del mediterráneo, que me tienen enloquecida. Comencé a estudiar perfumería natural para poder extraerlos y entenderlos mejor. Los olivos no dejan de sorprenderme, ese árbol sabio y bello que me inspira tanto; la tierra dura y naranja que hace que solo piense en hacer platos y vasos con ella; los algarrobos, juguetones y enormes que te invitan a subir en ellos; el ritmo de las estaciones, tan necesarias para entender el ciclo de la vida. 09. Casa Lurra es parte de Hodei Studio, un estudio creativo multidisciplinar en el que das forma a tus intuiciones.

Hodei Studio es un proyecto que nació prácticamente en el momento en el que conocí a Mikel. Empezamos con las hierbas porque ambos echábamos mucho de menos una marca de tés e infusiones orgánicas, con mezclas precisas, simples y sugerentes, que además fuera bonita y sostenible. Le siguieron la cerámica, pinturas, textiles y fotos, porque es lo que siempre hemos ido haciendo. Hace un año Casa Lurra se sumó a este universo. Como nuestro primer espacio físico, que nos ayuda a concretar muchas de nuestras ideas.

Casa Lurra es un espacio para compartir, a través de residencias artísticas, eventos, retiros y lo que se nos vaya ocurriendo. Tanto la casa y el terreno irán adaptándose según las necesidades que vayamos teniendo a lo largo del tiempo. Es un espacio orgánico igual que nosotros y nuestros proyectos, por lo que nunca se sabe, ¡es difícil predecir su futuro!