Vida utópica

El idealismo radical del Barbican de Londres


Icono de la vida moderna, obra maestra de la arquitectura, foco de referencia cultural, un oasis en medio de la ciudad, en el Barbican de Londres la utopía se hace realidad.

Utopian Living

Vida utópica

El idealismo radical del Barbican de Londres


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Icono de la vida moderna, obra maestra de la arquitectura, foco de referencia cultural, un oasis en medio de la ciudad, en el Barbican de Londres la utopía se hace realidad.


Proyectado en la década de los 50 como una solución radical para la vida urbana, el Barbican Estate es una de las estructuras más emblemáticas de Londres. Una ciudad, libre de coches, dentro de otra ciudad. Un colosal complejo brutalista en el que habitan alrededor de 4.000 residentes en 2.000 apartamentos y que cuenta con un centro artístico de referencia internacional, un museo, un teatro, una sala de conciertos, un cine, una biblioteca, escuelas, una iglesia, restaurantes, pubs. Todo lo que un habitante de la ciudad podría pedir y, además, espacios abiertos y una reconfortante conexión con la naturaleza. Un paisaje urbano utópico.
Fruto de la arquitectura posguerra, aunque inaugurado oficialmente en 1982, el Barbican es símbolo de esperanza y renacimiento, todo él enfocado a un futuro mejor. Situado en una zona que fue devastada durante el Blitz, el Barbican es tan imponente por sus dimensiones como extraordinario en su ambición. Los arquitectos, Chamberlin, Powell y Bon, se inspiraron en Le Corbusier y en los planteamientos utópicos modernos acerca de la forma de vida en la ciudad. Construido con hormigón, ladrillo visto y vidrio, consta de tres torres de 40 plantas, 13 bloques con terrazas, dos líneas de caballerizas y dos bloques de casas adosadas, todo dispuesto en torno a una serie de espacios comunes, pasarelas elevadas y estructuras interconectadas en un diseño que promueve un estilo de vida en armonía, tanto individual como colectivamente, conectando a los residentes tanto con el entorno urbano como con la naturaleza. Mientras que otros proyectos similares se crearon como viviendas de protección oficial, el Barbican siempre estuvo pensado para una comunidad descrita por los propios arquitectos como “jóvenes profesionales, probablemente aficionados a las vacaciones mediterráneas, la comida francesa y el diseño escandinavo.“ Y así sucedió: entre los habitantes del Barbican abundan periodistas, directores de cine y de teatro, escritores, arquitectos y artistas, además de magnates y grandes fortunas.
Para los arquitectos era importante integrar la naturaleza en el complejo, proporcionar un refugio de la salvaje ciudad que lo rodea. Un lago artificial, cascadas y fuentes se intercalan con espacios dedicados a la vegetación que a menudo crecen sobre plataformas; cuenta también con zonas de parque más tradicionales, siempre verdes y con árboles ya maduros; así como con un jardín a modo de pradera que proporciona pinceladas de color desde la primavera hasta el otoño y un fascinante juego de estructuras y texturas orgánicas durante el invierno. Incluso una exuberante selva tropical crece en su interior: el Conservatorio del Barbican, el más grande de Londres después de los Jardines de Kew.
Admirado por muchos y despreciado por otros (en 2003 fue nombrado el edificio más feo de la capital en una encuesta del London Design Festival), el Barbican fue, y sigue siendo, un lugar donde se concretan ideas utópicas. Icono de la vida moderna, obra maestra de la arquitectura y foco cultural de referencia, es también un oasis en medio de la ciudad que ha permitido el florecimiento de un rico ecosistema biodiverso, un microcosmos único donde perderse, muchas veces literalmente, para reconectar con uno mismo, con los demás y con la naturaleza.
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