Fruto de la arquitectura posguerra, aunque inaugurado oficialmente en 1982, el Barbican es símbolo de esperanza y renacimiento, todo él enfocado a un futuro mejor. Situado en una zona que fue devastada durante el Blitz, el Barbican es tan imponente por sus dimensiones como extraordinario en su ambición. Los arquitectos, Chamberlin, Powell y Bon, se inspiraron en Le Corbusier y en los planteamientos utópicos modernos acerca de la forma de vida en la ciudad. Construido con hormigón, ladrillo visto y vidrio, consta de tres torres de 40 plantas, 13 bloques con terrazas, dos líneas de caballerizas y dos bloques de casas adosadas, todo dispuesto en torno a una serie de espacios comunes, pasarelas elevadas y estructuras interconectadas en un diseño que promueve un estilo de vida en armonía, tanto individual como colectivamente, conectando a los residentes tanto con el entorno urbano como con la naturaleza. Mientras que otros proyectos similares se crearon como viviendas de protección oficial, el Barbican siempre estuvo pensado para una comunidad descrita por los propios arquitectos como “jóvenes profesionales, probablemente aficionados a las vacaciones mediterráneas, la comida francesa y el diseño escandinavo.“ Y así sucedió: entre los habitantes del Barbican abundan periodistas, directores de cine y de teatro, escritores, arquitectos y artistas, además de magnates y grandes fortunas.