Nací en Tel Aviv en 1981. Siempre fui un niño bastante creativo y me encantaba pintar y hacer cosas, y además, vengo de una familia apasionada por la comida. Había mucha cocina casera y orgullo por ello, así como muchas visitas a restaurantes. A medida que crecí, me involucré en la escena de restaurantes, aunque decidí estudiar diseño de productos. No fue un camino fácil y me llevó cinco años graduarme, pero durante mi último año de escuela decidí unir mi amor por las herramientas y la cocina y hacer mi proyecto final sobre cuchillos.

Fui muy reflexivo en mi elección, no tenía mucha esperanza en que me contrataran, así que decidí que este proyecto sería mi trabajo de toda la vida. Elegí cuchillos por el amor a la cocina y la alegría que sientes al trabajar con una herramienta bien hecha. Además, asumí el desafío de encontrar algo que pudiera mejorar o innovar en una herramienta que existe desde hace unos dos millones de años. No estoy 100% seguro, pero creo que lo logré... Al menos, eso piensa mi madre.

Mi pareja en la vida y en los negocios, Noam Blumenthal, y yo nos casamos en 2015 y pensamos que probablemente era nuestra última oportunidad en mucho tiempo de probar a vivir en otro lugar, ya que estábamos planeando tener hijos. Además, para mi negocio, estar en Israel era costoso y difícil en cuanto a logística, nada de lo que necesitaba se fabricaba allí y los materiales eran difíciles de conseguir. Noam vivió aquí durante unos meses cuando era más joven y como yo nunca había estado en Barcelona antes, creí en ella y nos mudamos. Eso fue hace ocho años y ahora tenemos aquí nuestra familia y nos sentimos como en casa.

Como ambos trabajamos en FKK, no hay un equilibrio real, pero desde que tuvimos nuestro segundo hijo, hemos sido más disciplinados al menos para seguir una rutina de 9 a 5. Eso no significa que no trabajemos desde casa a veces, enviando correos electrónicos con una mano mientras intentamos hacer dormir a un bebé con la otra, pero los fines de semana son siempre para la familia (excepto cuando tenemos talleres de fabricación de cuchillos).

En cuanto a mi historia cultural personal, soy del Medio Oriente y fui criado en Israel. Mi herencia es egipcia por parte de madre y polaca por parte de padre, una parte árabe pero también bastante influenciada por el colonialismo francés y la otra del bloque de Europa del Este. Crecí principalmente en la cultura árabe/francesa/judía, que en sí misma es una mezcla de oriente y occidente. Cuando comencé a explorar la fabricación de cuchillos, aprendí mucho del modo japonés de hacer las cosas, pero también estudié la historia de la fabricación de cuchillos y herramientas en el Medio Oriente y las culturas circundantes. Mi esperanza es que nuestros productos terminen reflejando dónde estamos ahora, pero aún reflejen de dónde venimos.

Es un recordatorio del valor de hacer las cosas con las manos. Hoy en día, tenemos mucha ayuda de la tecnología, pero es importante no diseñar y producir solo en la pantalla o con máquinas, sino sentir el producto a través de las manos y experimentar con él. Veo a muchos diseñadores jóvenes hoy en día que se pierden esta parte porque la tecnología hace muchas cosas rápidas y fáciles. Es difícil renunciar, pero hay lugares a los que la pantalla o la impresora nunca te llevarán, solo llegarás allí usando tus manos y sudando un poco.

Con toda modestia, pero con honestidad, son simplemente diferentes, no hay otros como ellos. Si los ves una vez, sabes de quiénes son los cuchillos. A lo largo de los años y con trabajo duro, hemos llegado a desarrollar un sistema para fabricarlos bien y en cantidades mayores, pero mejorando nuestra calidad. Cada día fabricamos un cuchillo mejor que el día anterior, mejoramos con la experiencia. Nuestra mayor diferenciación es nuestro diseño y el hecho de que permitimos a nuestros clientes expresar su personalidad y creatividad, con lo que nuestros cuchillos reflejan y aumentan su pasión por la cocina.

Hoy en día, es importante poder crear contenido, así que un taller debe ser abierto y acogedor, pero con un producto como el que fabricamos, que es super táctil y a menudo una compra emocional, es muy importante poder venir y sentir los cuchillos, verlos en persona. Además, no tenemos nada que ocultar y compartimos con gusto nuestro proceso para que otros aprendan. Al final, obtienes lo que das, así que ser abierto con los demás resulta en que aprendemos mucho a cambio.

No estoy seguro de tener una respuesta definitiva. Creo que necesitamos aprender a hacer todo nosotros mismos para saber qué partes son importantes y cuáles no, para poder traducirlo mejor a cualquier proyecto que elijamos. Incluso con los avances tecnológicos que estamos viendo, todavía hay algunas cosas que una máquina automatizada no puede hacer y solo pueden surgir de una mano hábil. Probablemente para cuando me retire, será posible hacer todo con tecnología así que veo nuestro papel como aquellos que pueden decir por qué hacemos las cosas de la manera en que lo hacemos y qué parte del proceso es importante lograr de cierta manera. Nuestra generación probablemente será la que traduzca lo que a veces solo se puede sentir a una inteligencia artificial que podría reemplazarnos.

Un buen cuchillo, bien cuidado, puede cambiar completamente tu forma de cocinar. Puede mejorar tus habilidades y motivarte a cocinar para tus seres queridos; al final, puede cambiar tu estilo de vida, tu salud, tu creatividad y la de quienes te rodean.