Decidimos extraer el color de la tierra que estaba alrededor de la casa. Tras hacer muchas mezclas encontramos el color que queríamos, buscamos un proveedor en el sur de España que trabaja con pigmentos naturales, escogimos el pigmento más parecido al nuestro y ahí comenzaron las pruebas y juegos con la tierra, fue un proceso muy divertido, bonito y agotador, porque conseguir hacer una mezcla que funcionara y que siempre quedará del mismo color fue difícil. Y pintar con ella, aún más. Pero valió 100% la pena, lo volveríamos a hacer una y otra vez. Una de las cosas que teníamos muy claras desde el principio, tanto TEST como nosotros, era que queríamos una estructura muy integrada en el paisaje, queríamos que se mimetizara. Es un entorno privilegiado, una especie de Edén. Está domesticado porque es un campo productivo, pero no queríamos sentir que dejábamos una huella negativa, queríamos aportar, y el camuflaje era un concepto que nos invitaba a configurar el volumen como algo casi escultórico.